Mi bebida preferida es el dry martini. Dado el papel primordial que ha desempeñado el dry martini en esta vida que estoy contando, debo consagrarle una o dos páginas.
[…] en Norteamérica se decía que un buen dry martini debe parecerse a la concepción de la Virgen. Efectivamente, ya se sabe que, según santo Tomás de Aquino, el poder generador del Espíritu Santo pasó a través del himen de la Virgen “como un rayo de sol atraviesa un cristal, sin romperlo”. Pues el Noilly Prat, lo mismo. Pero a mí me parece una exageración.
Otra recomendación; el hielo debe ser muy duro, para que no suelte agua. No hay nada peor que un martini mojado.
Permítaseme dar mi fórmula personal, fruto de larga experiencia, con la que siempre obtengo un éxito bastante halagüeño.
Pongo en la nevera todo lo necesario, copas, ginebra y coctelera, la víspera del día en que espero invitados. Tengo un termómetro que me permite com probar que el hielo está a unos veinte grados bajo cero.
Al día siguiente, cuando llegan los amigos, saco todo lo que necesito. Primeramente, sobre el hielo bien duro echo unas gotas de Noilly Prat y media cucharadita de café, de angostura, lo agito bien y tiro el líquido, conservando únicamente el hielo que ha quedado, levemente perfumado por los dos ingredientes. Sobre ese hielo vierto la ginebra pura, agito y sirvo. Eso es todo, y resulta insuperable.
A receita de Luis Buñuel para um bom dry martini, numa passagem retirada do livro de memórias Mi Último Suspiro, pdf aqui, e também podemos vê-lo a preparar um neste excerto de A Propósito de Buñuel, documentário de José Luis López-Linares e Javier Rioyo.
Nunca experimentei esta versão do Buñuel, de qualquer modo, sempre que dou um salto ao grande Javier de Las Muelas, percebo bem a parte da Imaculada Conceição.